Así como la respiración ocurre una y otra vez, siempre fresca y siempre nueva en el presente, este despertar a nuestra verdadera naturaleza, va ocurriendo una vez y otra, un millón de veces, toda nuestra vida.
Pretender buscar una sola gran respiración que nos “solucione” para siempre el problema de tener que respirar momento a momento…es buscar algo absurdo e imposible y pone de manifiesto una comprensión aún muy pobre.
Este despertar una y otra vez al presente y a lo que es, es la propia vida de esta Esencia. No es ya una cuestión de dificultad o de esfuerzo, sino de convicción. Hasta que la profunda convicción de que nuestra verdadera naturaleza ya está absolutamente despierta e iluminada y de que lo que hemos estado buscando, ya lo somos plenamente, no haya surgido, estos despertares son imposibles, porque no son otra cosa que un regreso radical a ese conocimiento y a esa intuición.
No es verdad que la finalidad de nuestra existencia sea hacernos uno con la esencia que somos, como muchos buscadores de la “definitiva respiración” proclaman, sino más bien vivir nuestras vidas con el real conocimiento de lo que somos. Por lo tanto, lo que se debe alcanzar no es la destrucción o la desaparición de la dualidad, sino la destrucción de la fe o de la creencia en la realidad de esa dualidad.